Voices Of Vanishing Worlds, 2013

Autor: Regina De Miguel

Placa de latón grabada 25 x 18 cm.

74 C-Print, enmarcado en 37 cuadros 25 x 18 cm.

En la década de los 70 el divulgador científico Carl Sagan emprendió un proyecto ligado al lanzamiento de las naves Voyager y Pioneer para enviar al espacio una serie de datos que dieran una idea de nuestra civilización y nuestro planeta. Las sondas espaciales Pioneer X y XI fueron dos de las primeras del programa de exploración espacial de la NASA. A estas sondas se les instalaron unas placas, diseñadas por el científico, inscritas con un mensaje simbólico que informaría a una posible civilización extraterrestre que llegara a interceptar las sondas sobre el ser humano y su lugar de procedencia, la Tierra. Por otro lado, en la sonda Voyager (lanzada en 1977) viaja el llamado “disco de oro de la Humanidad”. Este tardará 40.000 años en alcanzar las proximidades de la estrella más cercana a nuestro sistema solar.

Carl Sagan dijo que “la nave espacial, y el registro, sólo serán encontradas si existen otras civilizaciones capaces de viajar en el espacio interestelar. Pero el lanzamiento de esta botella dentro del océano cósmico dice algo muy esperanzador sobre la vida en este planeta”.Digamos que este registro y el acto mismo puede ser visto como una cápsula del tiempo o una acción simbólica más que como un serio intento de comunicarse con los extraterrestres. La cuestión es que, involuntariamente, hemos enviado mensajes al espacio desde que realizamos las primeras emisiones de ondas de radio o electromagnéticas. Estas pueden viajar sin ningún medio. Es decir, se propagan por el vacío. Y es por ello que podemos ver la luz de las estrellas o comunicarnos con las sondas enviadas a Marte. Todas viajan también a la velocidad de la luz.

Una onda enviada a la Luna tardaría poco más de un segundo en llegar a ella, siete minutos para llegar al Sol, veinte minutos para llegar a Marte, o varios años para las estrellas más cercanas. Sabiendo cuándo se emitió una transmisión en concreto, podríamos calcular a qué estrellas (o distancia) están llegando actualmente.

Este relato, centrado en la propia historia de la humanidad queriendo comprenderse a sí misma, se encuentra asociado aquí a una sentencia extraída de los diarios de Sylvia Plath:

Can you understand? Someone, somewhere, can you understand me a little, love me a little? For all my despair, for all my ideals, for all that - I love life. But it is hard, and I have so much - so very much to learn.

El conjunto de fotografías se dispone en correspondencia con cada una de las palabras de esta frase traducidas a diferentes lenguas que dejaron de hablarse o se encuentran aisladas o amenazadas.

A su vez, este alfabeto híbrido se vincula a un catálogo de imágenes de galaxias en las que ha sido detectada la existencia de un agujero negro, una estrella muerta. Y a su vez con una reconstrucción virtual de la geografía en la que las diferentes lenguas fueron habladas.

Se trataría aquí acerca de la dificultad de traducción de los medios, de la imposibilidad de acceso a una idea de conocimiento así como de la construcción del relato general.

La placa dorada realizada aquí, recrea el viaje, a través del espacio, de una serie de sucesos relacionados con la historia del conocimiento científico tales como cambios ecológicos, descubrimientos que influyeron en el discernimiento de nuestra evolución, transformaciones tecnológicas, etc… desde que se realizaron las primeras emisiones televisivas.