Tübingen, Alemania, 1970.
Para Anselm Reyle, revisar el Modernismo abre una abundancia de posibilidades: reestructura los estilos, géneros y conceptos de la historia del arte del siglo XX y adopta el informalismo incondicionalmente abrazando tanto la integridad de los movimientos originales como sus reediciones contemporáneas en la forma del diseño gráfico y la decoración de Ikea. En cuanto a la comercialización de la cultura, reclama el cliché y el kitsch para crear su propia marca de “autenticidad”, encontrándose con los aspectos cambiantes que el estilo de vida y la industria del arte exigen.
Reyle crea pinturas abstractas de gran formato, utiliza materiales espúreos a la pintura y colores brillantes de medio pelo, como lo define Mariano Navarro: ”materiales que se entremezclan con detritus y objetos encontrados en un ambiente artificioso que enfrenta los hitos del modernismo a su crítica contemporánea, a la vez que celebra su mera existencia.” El uso de papel de aluminio, neones de colores, espejos, pintura brillante y Day-Glo da a sus obras, esencialmente abstractas, un toque sugestivo.
Combinando el sistema romantizado de las comunidades de la pintura antigua y la ironía de la línea Warholiana del ensamblaje pop, Reyle actúa como “manager” de su enorme estudio, en el que trabaja con ayudantes utilizando un conjunto limitado de procesos para producir una gran cantidad de pinturas. Cada composición, ya sea una banda de pintura o una pieza de papel de aluminio arrugada, puede ser hecha en escala doméstica o monumental. A través de su acercamiento a la fabricación “sin las manos”, une el concepto estético con este proceso impersonal, creando objetos de chic contemporáneo que encapsulan un ethos de sublimidad vía manufacturación perfecta aprovechándose de los monocromos azules de Yves Klein y de los objetos revestidos.
Reyle evalúa cada obra de acuerdo a sus propios y meticulosos estándares, aquellos lienzos que sucumban a sobrevivir a su ideal, nunca saldrán del estudio.
El artista parte de motivos familiares de la historia del arte – particularmente de la pintura Modernista y el Expresionismo Abstracto – y los actualiza; como dice él: “tomando un estereotipo en orden a inhalarle nueva vida”. Manchas gestuales, bandas hard-edge o pintura derramada o goteada, traen a la memoria artistas como Karl Otto Götz, Kenneth Noland, Jackson Pollock o Barnett Newman. En particular, Reyle está fascinado por el trabajo de Otto Freundlich, uno de los más tempranos pintores abstractos.
En sus obras esculturales, toma objetos como ruedas de carros, carros de heno o jarros y lámparas de cerámica de los 70 y los impregna con nueva vida dándoles superficies brillantes, sorprendentes matices de neón o iluminación coloreada e intentando no sorprender al espectador ni siquiera acercarse a él, sino envolverlo con el halo extraño de sus obras.
Vive y trabaja en Berlín.
Obras en la colección: